LOS HOMBRES QUE VIENEN A TOMAR
A LA TIENDA DE MI PADRE
Por: Amanda Liliana (*)
Desde pequeña aprendí que el puerto era una palabra
que mencionaban los hombres que venían a tomar
a la tienda de mi padre
cuando pensaban en una mujer
que les ayude
a olvidarse
de otra mujer.
Yo era niña entonces y estaba prohibida salir a la tienda
cuando llegaban esos hombres con olor a mar
que pedían canciones pasadas de moda
que hablaran de amores
y traiciones.
Ya adolescente, mal que le pese a mi padre
y debido a su achacosa edad,
tuve que ayudarle
a servir las cervezas
en la mesa
donde me sorprendió encontrar
junto a las botellas
libros y papeles.
Luego pude entender que los que venían a tomar
a la tienda de mi padre
no todos eran pescadores
algunos se llamaban poetas
y uno de ellos se atrevió
a escondidas
entregarme un poema.
Desde entonces espero ansiosa el momento que mi padre
me llame para ayudarle a atender
en su tienda.
A LA TIENDA DE MI PADRE
Por: Amanda Liliana (*)
Desde pequeña aprendí que el puerto era una palabra
que mencionaban los hombres que venían a tomar
a la tienda de mi padre
cuando pensaban en una mujer
que les ayude
a olvidarse
de otra mujer.
Yo era niña entonces y estaba prohibida salir a la tienda
cuando llegaban esos hombres con olor a mar
que pedían canciones pasadas de moda
que hablaran de amores
y traiciones.
Ya adolescente, mal que le pese a mi padre
y debido a su achacosa edad,
tuve que ayudarle
a servir las cervezas
en la mesa
donde me sorprendió encontrar
junto a las botellas
libros y papeles.
Luego pude entender que los que venían a tomar
a la tienda de mi padre
no todos eran pescadores
algunos se llamaban poetas
y uno de ellos se atrevió
a escondidas
entregarme un poema.
Desde entonces espero ansiosa el momento que mi padre
me llame para ayudarle a atender
en su tienda.
(*) Amanda Liliana, 18 años, estudia turismo en CENFOTUR Chimbote; es una nueva poetisa chimbotana, integrante de la Sociedad Cultural del Santa.
Pintura de Auguste Renoir: el almuerzo de los remeros.
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